Soy Mar Infanzón, ceramista. Durante muchos años ejercí como Arquitecta. Pero mi trabajo fue volviéndose cada vez menos creativo, más técnico; aquello me condujo a una crisis profesional que, de la mano de la necesidad de renovación personal, desembocó en un profundo cambio.
Entonces descubrí el Kintsugi y comprendí cuánta belleza hay en las cicatrices de la vida. El daño es experiencia e historia, y, como tal, valioso; con las piezas rotas se puede recomponer algo completo, hermoso y singular.
Así que de mi amor por la expresión artística, mi formación creativa y mis aptitudes técnicas surgió Espacio Kintsugi como reconstrucción personal y profesional de la nueva persona.